El debate sobre el género ha salido de las brillantes páginas de las revistas de moda y estilo de vida para entrar por fin en nuestras conversaciones cotidianas.
Este año, FutureBrand, Hugo & Cat y UXUS se han unido para organizar y celebrar colectivamente el tema del Día Internacional de la Mujer 2021, #ChooseToChallenge. Nuestra compañía se mantiene firme en su propósito de promover esta causa tan importante, celebrar a nuestras mujeres y concienciar sobre los problemas de desigualdad de género que todavía impregnan los lugares de trabajo en todo el mundo.
Como consultores de marca, el análisis y las consideraciones en torno al género forman parte de nuestro trabajo. Las marcas para las que trabajamos no son entidades abstractas, sino organismos vivos con los que tenemos constantes intercambios e interacciones. Por eso es inevitable humanizarlas y asignarles un género, es una forma de sentirlas más cerca.
La forma más fácil de hacerlo, al menos hasta hace muy poco, era seguir el target: las marcas destinadas a los hombres eran masculinas, las dirigidas a las mujeres eran femeninas. Hoy en día, los géneros han evolucionado y cada vez son más las personas que no están dispuestas a ser encuadradas en un grupo predefinido. Las marcas que son una expresión directa del entorno en el que se mueven ya no pueden evitar esta evidencia.
Es bastante evidente que el motor del deseo -por ejemplo, el que utilizó hábilmente Victoria Secrets en su época dorada- ya no funciona (afortunadamente). El cuerpo femenino retratado como objeto de placer por los famosos “ángeles” es la expresión de un modelo masculino que ya no resuena.
Esta consideración nos lleva a una paradoja: cuando hablamos de deseo, nuestro cuerpo se expone, se muestra y se sexualiza, pero cuando se trata de la intimidad, nuestro cuerpo se convierte en un tabú. Basta con pensar en la forma en que se ha representado la menstruación durante mucho tiempo: un problema, un estorbo que había que ocultar porque no era públicamente aceptable. La sangre se mostraba en azul, en violeta, pero nunca en rojo.
Este tipo de distorsiones no se limitaban al mercado del cuidado personal, también eran muy frecuentes en las comunicaciones de la industria alimentaria. Nos han acosado con mensajes erróneos que nos han hecho creer que sólo hay un modelo de belleza, y que debemos hacer cualquier tipo de sacrificio para alcanzar esa perfección única. Una perspectiva que ha excluido a los cuerpos “no normativos” y diferentes.
La “mirada masculina” se está convirtiendo en algo del pasado, y estamos avanzando hacia un modelo más inclusivo, libre de estereotipos y roles de género, donde las formas, los colores, las alturas, los pesos forman parte de nuestra singularidad.